Guía de Granada  Monumentos
Alcázar del Genil



 

ALCAZAR DELGENIL

Palacete almohade del s.XIII, declarado Monumento Histórico Artísticnazarí. Era un lugar de recreo cortesano, con huertas y jardines entre los que destacaba un enorme estanque dedicado a juegos de batallas navales.

Durante la dominación musulmana (711-1492), Granada, llamada la Damasco de Occidente, conoció momentos de gran esplendor -fundamentalmente durante las Dinastías Zirí y Nazarí-, como nos los cuentan escritores de la época y testifican los edificios que han llegado hasta nosotros, como Alcázar Genil. Este palacio musulmán, declarado Monumento Histórico Artístico por Real Orden de 6 de julio de 1922, se situa en el Paseo del Violón, en la margen izquierda del río Genil, junto a otro importante edificio de la misma época, Ermita de San Sebastian (edificio religioso de gran interés por ser el único de este tipo que ha llegado a nosotros en Andalucía). El entorno actual de Alcázar Genil es completamente diferente al de la época en que se edificó; si antes se encontraba en medio de la vega granadina, como otros muchas fincas de descanso que los monarcas musulmanes poseian fuera de la Alhambra -la residencia palatina-, lugares de gran belleza paisajística, hoy ese paisaje ha cambiado, pues en la zona se han construido edificos como el Palacio de Congresos y urbanizaciones -Alcázar Genil y Jardín de la Reina, habiendo contribuido estas últimas no sólo a destruir ese bello paisaje, sino a que Alcázar Genil pase desapercibido para muchas personas. Fue mandado construir por el gobernador del distrito granadino al Sayyid, en tiempos del califa al-Muntasir -época alhohade, hacia 1218-, siendo remodelado posteriormente en época nazarí. Habitado por los monarcas de este dinastía, fue uno de sus últimos moradores Aixa, madre de Boabdil, último rey nazarí. Tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, como pasó con otras edificios reales, fue vendido a los monarcas cristianos. Posteriormente pasó a manos privadas, habiendo sido uno de sus últimos propietarios los Duques de Gor, quien en los años cincuenta lo vendió al Estado. Se cuenta que en él se hospedaron embajadores de los reyes cristianos y de los sultanes del Africa del Norte, así como el infante D. Felipe, invitado por Al-hamar, fundador del Reino Nazarí de Granada (1238). El Generalife, Dar-al-Arusa, y Alcázar Genil son las únicas residencias regias campestres o almunias que han llegado hasta nuestros días.

DESCRIPCIÓN. La estructura de Alcázar Genil, aunque no se conserva completo, sino sólo una pequeña parte, recuerda a los Palacios-kioscos persas que se levantaban en medio de bellos jardines, rodeados de estanques y fuentes, palacios que responden a una arquitectura paisajística y simbolizan el paraiso sufi. En sus jardines se celebraban grandes recepciones. Del edificio original nos queda un espacio de planta cuadrada de aproximadamente 5 m. de lado por 10 m. de altura, al que se accede a través de un arco de herradura apuntado, enmarcado con inscripciones epigráfica -letras árabes utilizadas en las decoraciones de los palacios musulmanes que, escrito por los poetas del califa que manda construir el edificio, traducen frases del Corán, alabanzas al monarca, la función del edificio, etc., como: "Solo Dios es vencedor", "Gloria a nuestro señor el sultán, rey justo y constante", "bendición"... En el centro de esta sala una fuente con arriate se comunicaba con una gran alberca -parte de la cual ha sido descubierta en esta última restauración-, situada a unos 150 m., donde según la tradición se celebraban competiciones navales entre los principes musulmanes, simulando la destrucción y quema de galeones cristianos. Las paredes aparecen con decoraciones geométricas, lacería y atauriques-, e inscripciones realizados en yeso, cuya policromía se ha podido recuperar en esta restauración. Se cubre con una cubierta de madera, de cinco paños -partes-, colgando del superior una piña de mocárabes. La iluminación se consigue con las cinco ventanas abiertas en cada uno de sus muros, cubierto con celosías. Los suelos, como era habitual en las casas hispanomusulmanas, eran de ladrillo, alternando con otras piezas de cerámica vidriada, solería que recibe el nombre de almorrefas. A ambos lados pequeñas alcobas, de aproximadamente 2 m. por 4 m., a las que se accede mediante arcos gemelos y cubren con alfarje, techo de madera plano.